Éste es un pequeño tributo para el mejor de los amigos, el que
ha estado conmigo en todos los momentos de mi vida y que estoy segura no me
abandonará jamás, estoy consciente del compromiso que conlleva escribir unas
palabras a tan ilustre personaje, hoy me tomé el atrevimiento de hacerlo y
espero sea de su agrado. A la vez, lo invito a usted para que se acerque a él y
lo deje entrar en su corazón, tengo la certeza que será la mejor decisión de su
vida.
miércoles, 29 de febrero de 2012
A Jesús De La Merced
Por: Lizbeth Ventura
Cuando me encuentro
en penumbras acudo a tu capilla y observo tu dulce mirada, tan resplandeciente
como el sol de la aurora, que irradia amor y paz; que invita a refugiarse en el
oasis de la eternidad y que es un
bálsamo para el alma. Mis ojos se estremecen sumergidos entre sollozos. Me
postro frente a ti y mi corazón palpita con mayor ímpetu, mis manos se unen
para elevar una plegaria, tu semblante luce agotado, pero aún así ¡con cuánto
amor tus manos abrazan ese pesado
madero! ¡Jesús de la Merced! Desde la llegada del alba, cada Viernes Santo
sales a recorrer las calles de nuestro país e impartes bendiciones a tu paso.
¿Cuántos rostros se han maravillado al ver tu belleza sin igual? Por muchos
años he caminado a tu lado y ya perdí la cuenta de las veces que te he visitado
en tu capilla, pero cada vez que te veo encuentro la misma mirada, tierna y
amorosa; que alimenta mi espíritu. Amadísimo Señor, bríndame la gracia de que
sea tu divino rostro la última imagen que mis ojos vean cuando llegue la hora
de partir en mi último viaje.
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