viernes, 11 de mayo de 2012

El Pesame de la Reina

Por: Leticia Morales


Con una belleza inigualable, el ceño fruncido, su boca a medio abrir y su mirada hacia abajo, era como se le podía ver a la Reina de la Humanidad del templo la Recolección, en su procesión de pésame la cual salió a las 03:00 de la tarde, el sábado santo.




La Reina de la humanidad como la nombro el monseñor Prospero Penados del Barrio en el año 1,998, vestía una túnica color negro con hilos dorados, una mantilla color blanco y llevaba esa hermosísima corona que la distingue como Reina.



Después de haber enterrado a su hijo amado hacia su recorrido a paso lento por la zona 1 acompañada por María Cleofás, María Salome, María Magdalena y San Juan, quienes también lloraban la muerte de nuestro salvador. Todos iban vestidos de negro con dorado y mantilla blanca en el caso de las mujeres.





Los cucuruchos llevaban en hombros la pesada cruz que Jesucristo cargo camino hacia su calvario, y los miembros de la hermandad portaban en sus manos cojines color corinto y sobre ellos se posaban los clavos, el martillo y la corona de espinas.




Las devotas y devotos no podían hacer falta quien a pesar de tener una semana muy cansada entre desvelos, largas caminatas se hicieron presente y acompañaron a María, quienes esperaban con ansiedad cargar su turno y darle un abrazo de pésame a la Reina de la Humanidad y al mismo tiempo llorar junto a ella.




Como a eso de las 06:00 de la tarde hizo su paso por el Parque del Sauce donde el sol empezaba a ocultarse, pero al ver venir hacía él este hermoso cortejo procesional y observar el triste rostro de María y de los demás presentes, él no se quizo quedarse atrás e ilumino el cielo lo más que pudo dándole un color anaranjado y brillante, para así poder brindarle un poco de calor y consuelo a sus pobres corazones los cuales lloraban sin cesar, quizá la Reina de la Humanidad en sus adentros pensó que era su hijo amando el cual se posaba sobre ella, para que ella supiera que el se encontraba bien cumpliendo los mandamientos de su padre.




A las 19:00 horas retorno a su templo donde esperaría con fervor la resurrección de su hijo amado.

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