martes, 8 de mayo de 2012

Luto en el Santuario de la Fe

Por: Alfonso Morales



Las campanas han dejado de sonar, el altar esta vacío, el sonido sordo de las matracas y el duelo del viernes santo se dejan sentir en tierras antigüeñas, el Santuario de la Fe de pronto se inunda entre túnicas negras que agolpan las afueras del templo esperando la salida del Cristo Sepultado.





Mientras tanto, en el interior del templo de San Felipe de Jesús, el cristo es ungido y llevado hasta su urna donde un año más sera el joyero que lo procesione por las calles coloniales, todo esta listo cuando el timbre suena y son las notas de Martirio las que acompañan el solemne cortejo fúnebre.


Al llegar a la puerta solamente se lee: "Perdón, Oh! Dios Mío"


¡Ten piedad de mi Señor, por tu bondad, por tu gran compasión borra mis faltas!  

¡Lavame totalmente de mi culpa y purficame de mi pecado!
Pues yo reconozco mis faltas y mi culpa, tengo siempre presente mi pecado contra ti, contra ti solo peque; hice lo que es malo ante tus ojos, por eso sera justa tu sentencia y tu juicio sera irreprochable; yo soy culpable desde que nací; pecador me concebio mi madre. Anúnciame el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta tu vista de mis pecados y borra todas mis culpas, perdón!



En un entorno artisticamente decorado, rodeado de doce hornacinas portando lienzos con las insignias de la pasion y custodiado por querubines en posición de suplica que representan inocencia y pureza

Seguido un ave IBIS representando a JEsucristo quien entrego su vida para la redencion de nuestros pecados.

Al centro un camerin estilo español donde yace el Cristo de San Felipe, recién bajado de la cruz, posteriormente la escena del Hijo Prodigo que nos recuerda nuestra reconciliación con Dios Todo Poderoso.

Transcurren las horas, y la tarde se torna gris, la lluvia se presenta, mojando los cuerpos de los fieles más no apaga la fe, que los mueve a continuar a los pies del Sepultado.



Al caer la noche, el silencio lugubre del Viernes Santo se siente por las calles de la Antigua Guatemala acompañado de un frío intenso.

Su solemne paso frente a San José Catedral, cuando se deja sentir una leve brisa sobre las cabezas de cada uno de los presentes, aún faltan cerca de 6 horas de recorrido, sin embargo la lluvia se hace cada vez más intensa.

Para evitar cualquier accidente, las luces son apagadas, y en medio de esa torrencial lluvia, la hermandad tiene que tomar una dolorosa decisión, faltando aún su paso por barrios como la Candelaria, la Concepción entre otros, tienen que retornar al templo, pues el clima impide continuar con el recorrido.


Sendas lagunas se presentan en las calles empedradas, en muchos casos el nivel del agua supero la altura de las rodillas de los devotos cargadores, que con su fe bien cimentada continuaron el camino hasta llevarlo al templo.

Pese a esto, todos sus devotos continuaron, y enfilándose por la carretera principal se dirigen hacia el templo de San Felipe, 6 horas antes de lo estipulado, al filo de las 00:30 del sábado santo, la lluvia empieza a mermar pero aún no son condiciones aptas para seguir el cortejo con normalidad.

Alrededor de la 1 de la mañana, con un dejo de tristeza, las andas del Señor Sepultado son depositadas en sus taburetes, en lo que ha sido un Viernes Santo  atípico en Antigua Guatemala, sin embargo no se deja de agradecer a Dios por la oportunidad y se le ruega que el próximo año el Cristo, pueda nuevamente recorrer las calles antigüeñas.



Señor, gracias porque un día me limpiaste de mis pecados con la sangre de Cristo, ayúdame y purificame cada día para no pecar. Amen.


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