Llegó el sábado, y no es un sábado cualquiera, las calles se ven con prisas, para algunos las normales de la media jornada del fin de semana, para otros tiene un tinte especial, un tinte que se viste de morado penitente y que se mezcla con el olor del aserrín, del incienso y del corozo.
En la lejanía y en las primeras horas del día la primera calle, allá por la Isabel la Católica ya empezaron la alfombra, mientras que en los alrededores del barrio recoleto, la noche no se ha sentido han pasado toda la madrugada trabajando.
El reloj apenas puntualiza las 9 la mañana, y el templo recoleto se ve completamente abarrotado, vehículos por todos lados y fieles que uno a uno se suman en el interior del recinto donde amorosamente el Señor del Consuelo los espera un año más.
Los minutos pasan, los nervios fluyen, y los sentimientos se encuentran, algunos damos gracias a Dios, otros acongojados con alguna pena, ponen sus peticiones a los pies del Nazareno del Consuelo.
De repente el silencio es roto por el sonido del tambor y el Tzijolaj que inunda el templo recoleto, mientras al fondo el coro de las Dolorosas interpretan María La Penitente.
Un grupo del clero se hace presente, hasta que un miembro de la comisión honor salida sube al ambon, y pide el permiso correspondiente, luego baja y el toque de silencio se deja escuchar, suena el timbre y dulcemente se escucha la inspiración de Fray Miguel Murcia, Jesús del Consuelo.
Entonada por el coro de la hermandad el consagrado recoleto se enfila a las calles un "Sábado del Consuelo" más, iniciado así un recorrido de 14 horas por las calles y avenidas del centro histórico de la capital, acompañado de su santísima madre.
Mientras camina por la ciudad miradas atónitas se clavan en el nazareno, que nos trae el mensaje, yo hago nueva todas las cosas, y así también María Santísima quien nos venia a recordar que es la reína de todas las vírgenes.
La tarde caía y allá por el arco de Correos Jesús era dorado por el Sol, lugar por donde por tercer año consecutivo vuelve a hacer su paso, y a partir de alli, iniciar su caminar con luz artificial, pues la noche empieza a caer.
Sin embargo la bendición del creador no podía faltar, mientras Jesús del Consuelo se acercaba a Catedral, unas leves gotas de agua anunciaban que era el momento de sacar los paraguas, pero Dios en su infinita misericordia, solo nos permitió refrescarnos dejando caer un chubasco cuaresmal de una hora, hora en la que la fe de los devotos tanto de Jesús como de María Santísima hizo brotar aún más no abandonando a tan queridas imágenes que fueron descubiertas en la primera avenida cuando la lluvia ya había cesado.
La luna era el marco especial para que el nazareno del Consuelo volviera a casa, todo listo y siendo ya la 1 de la mañana del Domingo de Ramos, el anda de 110 brazos cruzó la puerta siendo colocada en la nave central mientras que María Santísima retorno a su templo siendo colocada en la capilla de pasión.
Un año más, ha cumplido con sus bendiciones y sus devotos pudieron acompañarle dejando en ellos la fe de que el próximo año estarán dentro de ese templo esperando su salida un Sábado del Consuelo más.
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