La emoción se notaba en sus pequeños
rostros, los niños ansiosos y emocionados esperaban aquel sábado 24 de marzo,
la salida de su anhelada procesión Infantil.
Los padres, algunos de ellos vistiendo su ropa blanca o túnica morada
para acompañarlos en filas, y dándoles
indicaciones a sus hijos, preguntándoles si memorizaron sus números de
teléfono, corroborando la dirección del turno, arreglándoles la mantilla a las
niñas o el casco a los niños; hidratándolos un poco para que puedan caminar en
filas un momento bajo aquel sol abrazador que se dejó sentir. Algunos de ellos
preparando también sus incensarios, como una ofrenda y una penitencia un año
más, de poder hacerlo al paso de las andas del Nazareno y María Santísima.
Es totalmente admirable, que los padres
puedan enseñar a sus hijos esa devoción tan hermosa hacia las réplicas de Jesús
de Candelaria y Virgen de Dolores. Es
emotivo observar a muchos de ellos cargando con los ojos cerrados… Eso solo sus
padres se lo han enseñado, está aprendiendo a meditar mientras cargan. Y no
importa si su turno es de San Juan o ya sea de Jesusito o la Virgen, ellos cierran sus ojitos y en su mente recuerdan esa oración que antes
de dormir mamá les ha enseñado.
Todos ellos con un mismo propósito,
acompañar a sus queridas imágenes. Saben, que aunque son niños tienen la
emoción en su corazón de ser grandes como su papá y ellas como su mamá, y poder
seguir su tradición tan arraigada, que les fue enseñada y tanto amor le han
tomado. ¡Qué sentimientos tan grandes para un pequeño!
A las 18:30 horas, con el viento frío
que se comenzaba a sentirse, cayendo la noche y con ella 55 años se cumplieron
de una Procesión Infantil más de ser semillero Candelareño fueron concluidos. Jesusito de Candelaria, ingresa a su templo
luego de un recorrido de casi 7 horas, la Marcha Fúnebre de Chopin y Una
Lágrima, estremecieron el corazón de aquellos que con mucho honor portaron en
sus hombros el Turno de Entrada, la mayoría de ellos siendo su despedida pues tienen el alto suficiente para el próximo año
cargar el Jueves Santo a Cristo Rey.
La Santísima Virgen de Dolores, asomó en
la esquina, mientras San Juan y Santa María Magdalena hacían su ingreso al
templo. Da la bendición a sus pequeñas devotas y se posa suavemente en los
hombros de aquellas que tuvieron el honor de dejarla en su dosel, despidiéndose
así un año más de sus pequeñas
cargadoras que la acompañaron en su recorrido…
Solamente queda esperar un año para
volverlos a ver en las calles, por ahora, ambos descansan en sus doseles, los
niños emocionados y tristes a la vez, toman de la mano a sus padres, rezan un
Padrenuestro y un Ave María, se persignan al salir del templo y regresan a su
casa…
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