martes, 6 de marzo de 2012

Música Para Dios

Por: Mónica Rodríguez

El marco cultural sin duda, que reúne a más personas de diferentes clases, turistas, devotos cargadores o simplemente observadores, es la época de la Cuaresma y Semana Santa. Fue la presencia del Cristianismo, traído de España y fusionado con los indígenas.
Como parte de esta cultura, cabe mencionar el concepto que hace  que los cortejos procesionales, adquieran el sello guatemalteco único de la religiosidad popular, como lo son las marchas fúnebres.

Los compositores, no solamente han utilizado como fuente de inspiración artística para sus obras  a las imágenes de pasión, que en su mayoría son de su fuerte devoción para ellos; también utilizan otros personajes bíblicos vinculados a la pasión de Cristo o simplemente circunstancias personales.

No hay duda que la más amplia variedad de notas musicales y claro, las más conocidas gracias a quienes las escuchan y que incluso se han convertido en oficiales de las iglesias.  Cada una de ellas, con una historia que las identifica, una anécdota que las hizo nacer y claro, el nombre particular que su autor les asignó.
 
Tratar de interpretar la expresión y el sentimiento que cada uno de estos artistas plasma en las  notas musicales, es poder conectar la expresión con el corazón en el momento de cargar ese turno particularmente especial.  Y es que el devoto cargador al recibir su cartulina, apresurado y ansioso quiere conocer qué marcha fúnebre se interpretará durante ese momento de reflexión y penitencia en el que llevará en sus hombros a la bella imagen de su devoción.

El 14 de abril de 2011, para alegría de muchos, el Gobierno de Guatemala declaró como Patrimonio Cultural de la Nación a las sentidas Marchas Fúnebres que se entonan en las procesiones; siendo así únicas en su género musical del país. Son un ícono enriquecedor de la Cultura durante la celebración de la Semana Mayor. Después de la Marimba, son el segundo más escuchado.

Guatemala pluricultural, multilingüe y multiétnica. Con bellos paisajes que hacen fondo a los cortejos procesionales, país que acogen tan bella tradición; el escenario perfecto para la fusión de la religiosidad popular con el fervor de sus devotos, los aromas de la época y la vistosidad de la belleza de la naturaleza plasmada en sus coloridas calles cubiertas de jacarandas y coloridas alfombras y claro, la interpretación musical que hacen inigualable a nivel mundial nuestra Cuaresma y Semana Santa.


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